Una lección de una fábrica de queso
De «Creced» 4/2013
Aprendí una dura lección pero muy importante al trabajar en una fábrica de queso hace algunos años. Un compañero de trabajo dejó caer un cuchillo en el queso, pero no mencionó su error al supervisor. Fue despedido del trabajo, no por el accidente con el cuchillo, sino por no contarlo al supervisor. Y, ¿Por qué no lo mencionó? ¡Dijo que tenía miedo de perder su trabajo!
Como cristianos no debemos temer la confesión de pecados aunque signifique el perder estatus en la congregación o el prestigio si somos predicadores. ¡Debemos temer más el perder el alma al estar frente al Dios vivo en el juicio! Isaías dijo, «¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos!» (Isaías 6:5) Isaías temía estar en la presencia de Dios con sus pecados y así debemos sentirnos nosotros. Aprendamos el hábito de confesar nuestros pecados. «Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.» (1 Juan 1:9) (Por German Ortiz)