LA JUSTICIA NO LE PROTEGE A USTED DE LA BALA

LA JUSTICIA NO LE PROTEGE A USTED DE LA BALA

 

De «Creced» 8/2016

Por Terry Partain

Debió de haber existido mucha emoción entre los discípulos de Jesús cuando recibieron noticias acerca de lo que Pilato había hecho en el atrio del templo. Le contaron de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios (Lucas 13). Esto es todo lo que sabemos sobre el incidente.

El templo tenía un atrio exterior para los gentiles, pero a ellos les fue prohibido entrar en el atrio de las mujeres judías, por supuesto el atrio más adentro de los hombres judíos o ciertamente el atrio sacerdotal donde el altar de holocausto y el mar de bronce se encontraban a las afueras del lugar santo. De vez en cuando un judío no sacerdote entraba en el atrio de los sacerdotes para cumplir con los requisitos legales de ciertos sacrificios. Posiblemente estos galileos estaban haciendo precisamente eso, imponiendo las manos sobre el animal que iba a ser sacrificado por sus pecados y confesando éstos. Cualquiera que hubiera sido la razón, los soldados cruzaron las barreras puestas para detener a los gentiles y a todos los inmundos. Marcharon directamente hacia el atrio de los sacrificios con espadas desenvainadas y derribaron a los que estaban ofreciendo sacrificios. Esto era bastante aterrador.

Uno podría suponer que los galileos estuvieran en un lugar bastante seguro haciendo sólo lo que complacía a Dios. ¿Por qué no fueron protegidos por ese mismo Dios? El pensamiento predominante entre los judíos era de no culpar a los soldados, sino más bien a las victimas. En la mente de ellos, debieron haber sido grandes pecadores, ya que Dios permitió que fueran degollados. ¿Verdad? Jesús dijo, ¡No! “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:1-5) Incluso algunos comentaristas modernos asumen que estos debieron de haber sido agitadores y que merecían tal castigo.

A veces creemos que si somos cristianos fieles, Dios detendrá a los hombres malvados para que no puedan hacernos daño. Incidentes como estos nos inquietan y dañan nuestro sentido de seguridad. Por otra parte, si los hombres malos no nos lastiman, en nuestras mentes debe ser una prueba de que “Dios me protege porque me acepta como justo,” o al menos que “soy suficientemente justo.” Así que, si estoy seguro de ser protegido por Dios, ¿de qué debo arrepentirme? Si estoy feliz y satisfecho, ¿por qué necesito escuchar a alguien que corrija mis pecados? Jesús responde, «¡No en absoluto!»… «y si no te arrepientes, ¡puedes estar seguro de un destino mucho peor que el de aquellos galileos!” Muchas cosas malas le suceden a la gente buena.

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