¿COMO JESUS PREDICO A LOS ESPIRITUS ENCARCELADOS?
(I Pedro 3:19)
Escribe Luis Darío Segovia, de «Creced» tercer trimestre de 1990
«En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados».
¿HABLA DE UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA LOS MUERTOS?
Algunos dicen se refiere a la actividad de Jesús en el tiempo comprendido entre su muerte y resurrección. Según esta interpretación, hubo una segunda oportunidad para los desobedientes después de muertos y que entre el lapso de su muerte y resurrección Jesús en lugar de ir al paraíso, se fue a predicar a los muertos.
Surgen las preguntas: ¿cuáles fueron los resultados de su predicación? y, ¿que seguridad hubo si algunos obedecieron? Hay que rechazar esta teoría porque contradice lo que enseñó Jesús en Lucas 16:19-26 con la historia del rico y Lázaro, «una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros y los que quieran pasar no pueden ni de aquí para allá, ni de allá para acá».(vs 26).
UNA INTERPRETACIÓN RAZONABLE
¿Cuándo pues sucedió lo mencionado en I Pedro 3:19? Pedro indica en el contexto que esta predicación fue hecha a la generación de Noé. Interpretando la escritura por la escritura, Pedro nos encamina a la siguiente interpretación en I Pedro 1:10,11. Versículo 10 dice, «los profetas profetizaron». Versículo 11 dice, «el Espíritu estaba en ellos». Así el Espíritu hablaba a través de los profetas.
Nuestra interpretación del texto es que el Espíritu de Cristo dirigió por medio tanto de Noé como también los otros profetas mensaje a los incrédulos según la época en que vivieron.
Muchos eruditos piensan que I Pedro 3:19 se podría leer, «a los espíritus que ahora están encarcelados». Los espíritus mencionados en versículo 19 no estaban encarcelados en el momento que recibieron la predicación del mensaje de Cristo por la boca de Noé, pero sí estaban encarcelados y su destino sellado al escribir Pedro su carta.
Así Cristo predicó a los incrédulos que vivían antes del diluvio por medio de Noé. Hebreos 9:27 dice que después de la muerte viene el juicio. Los que mueren sin obedecer la voluntad de Dios, nada se puede hacer al pasar al mundo de los espíritus.