EL NIÑO NO PUDO
7/2017
Se relata la historia de una señora que tenía un florero hermoso hecho por un artesano famoso. Sin embargo, su hijo de cuatro años metió la mano en el florero y no pudo sacarla. Fue a su mamá y ella trató de sacarla pero sin éxito. Puso agua jabonosa alrededor de la boca del florero, pero la mano quedó atascada en el florero. Por fin decidió que iba a ser necesario llamar a su marido en el trabajo para ver si él podía sacar la mano de su niño que estaba atascada en el florero. El marido llegó a la casa y usó varios lubricantes de su taller para tratar de ayudar al niño a deslizar la mano hacia fuera pero nada funcionó. Por fin los padres decidieron que no quedaba ningún otro remedio sino el de buscar el martillo para romper el florero costoso. Ella iba llorando a buscar el martillo y el padre decidió tratar una vez más de sacar la mano antes de volver ella con el martillo.
“Hijo,” le dijo al niño, “Tratemos una última vez… Extiende los dedos de tu mano lo más que puedas y voy a echar un poco más de lubricante para ver si sacamos tu mano del florero.” Al decirlo, el padre le mostró al niño cómo extender los dedos para hacer que la mano quedara lo más delgado posible.
“Pero papi,” le dijo el niño, “No puedo extender los dedos de la mano así.”
“¿Y por qué no?” Le preguntó el padre.
“Si extiendo los dedos de la mano así, voy a dejar caer la moneda que tengo en la mano.”
Nos reímos al oír de la ingenuidad del niño que daba más valor a su moneda que al florero costoso, pero a veces somos como él. No sabemos valorar lo de más valor, el alma. Estamos dispuestos a sacrificarla porque no queremos “dejar caer” varios placeres y situaciones pecaminosas que a l fin y al cabo no valen ni un bledo. Recordemos las palabras de Jesús, “Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?” (Mateo 16:26)
¿Cuáles son algunas “monedas” que usted no quiere soltar para salvar su alma?