¿PALABRAS «CONSOLADORAS»?
Cuando yo era un joven predicador, una iglesia en el campo me invitó a predicar para ellos ya que los hermanos estaban considerando el invitarme a trabajar «a tiempo completo» con ellos.
Aunque yo quise de todo corazón dar un buen mensaje a los hermanos, al presentarlo me di cuenta que el mensaje no estaba llegando ya que muchos estaban luchando con el sueño, mirando el reloj y bostezando.
Al terminar los servicios, yo me puse en la puerta trasera para saludar a los hermanos al salir ellos del local. Allí una hermana me dijo lo siguiente:
«No te preocupes hermanito. Tengo a un hijo que antes predicaba como tu, pero ahora el predica bien».
Queda sin decir que los hermanos no me invitaron a trabajar a tiempo completo con ellos, pero a través de los años me he reído mucho de las palabras «consoladoras» de la hermana.