Si usted pudiera elegir…

Si usted pudiera elegir…

…dónde nacer… ¿Cuál país elegiría?
…la clase económica de sus padres… ¿Elegiría padres ricos, pobres, o de clase media?
… el mobiliario en el lugar de nacimiento… ¿Querría tener lo mejor?
… el anuncio de su nacimiento… ¿Querría que fuera anunciado en los centros del gobierno y en los periódicos importantes?

Hay un solo individuo en la historia que pudo elegir estas cosas

Jesucristo existía en forma de Dios (Fil. 2:6) y por tanto ¡pudo elegir a sus padres, dónde iba a nacer y todos los detalles que tuvieron que ver con su propio nacimiento! ¿Y qué eligió?

El territorio – Judea, un lugar considerado como atrasado y de poca importancia para los romanos quiénes controlaban el mundo conocido en el primer siglo.
El pueblo – Belén, una aldea llamada, «pequeña para estar entre las familias de Judá» (Miqueas 5:2).
Sus padres – María y José eran sumamente pobres. Cuando tuvieron que hacer un sacrificio para dedicar a su hijo, ofrecieron una paloma, el animal sacrificado por los pobres (Lucas 2:24; Levítico 12:6-8).
Su mobiliario – Un pesebre en un establo.
Sus primeras visitas – Campesinos pobres, los pastores (Lucas 2:8-20)
¡Jesucristo eligió nacer en una aldea de poca importancia en un lugar atrasado, a padres pobrisimos para ser puesto en la paja en un pesebre en medio del establo! No eligió nacer en el palacio de algún rey, en un país rico o a padres educados y cultos.

¿Por qué Jesús habría querido nacer en circunstancias tan humildes?

No cabe duda que quería enseñarnos lecciones importantes.
(1) El no hacer acepción de personas – ¿Nos animamos mucho cuando la gente educada visita nuestras reuniones? o, ¿cuando llega algún predicador famoso? En contraste, ¿no nos animamos tanto si llegan personas humildes y pobres a las reuniones? Si es así, no hemos aprendido las lecciones que Cristo quería enseñarnos con su nacimiento.
(2) El no desanimarse al nacer en circunstancias humildes. Algunos piensan que si nacen en países pobres o en el campo, no pueden lograr mucho. Pero, fíjense en lo que logró Cristo. Admiro mucho a algunos hermanos fieles en África, China y otros lugares donde abunda la pobreza. Logran mucho para el Señor con sus ejemplos de santidad y dedicación aunque jamás serán dueños de un automóvil o computadora. Son los grandes en el reino de Dios, mientras muchos predicadores ricos y famosos en los Estados Unidos son pobres espiritualmente.
(3) La naturaleza del reino – Si Cristo hubiera querido que su reino fuera de naturaleza política y nacional, habría querido nacer en algún palacio o centro de gobierno. Pero su reino «no es de este mundo» (Juan 18:36). Es un reino que no llama la atención de los ricos y poderosos sino lo que los mundanos tienen por necios, débiles, viles y menospreciados. (1 Corintios 1:27, 28) Si queremos el reino de Cristo, tenemos que seguir e imitar a un rey sumamente humilde, aceptando la naturaleza humilde de su reino.
(4) La grandeza espiritual es ser humilde – No viene por tener un doctorado, de tener un título como «Pastor,» «Ministro,» «Misionero,» o «Encargado de la obra,» sino por ser pobre en espíritu y tener un espíritu quebrantado y un corazón contrito. Los que anhelan los títulos y puestos de honor no conocen en verdad a Jesucristo.
¿Oímos los mensajes que Jesucristo quiere enseñarle a través de su nacimiento? ¿Usted los oye?

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