«¡QUE EL ESPÍRITU SANTO NOS GUÍE!»
¿Es correcto decir esto? ¡Sí! «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Romanos 8:14).
Sin embargo, el concepto de ser guiado por el Espíritu es muy diferente en la mente de la mayoría de los evangélicos del siglo XXI, del que vemos en las Escrituras. Muchos piensan que el Espíritu los guía a través de sus sentimientos, intuiciones, impresiones, corazonadas, premoniciones, «empujones providenciales,» supuestas «puertas abiertas» y otros tipos de hipotética iluminación interior. El resultado es una mezcolanza de conceptos vagos que reflejan la influencia posmoderna más que la del Dios ordenado al que servimos.
La verdadera dirección del Espíritu es más ordenada, aunque menos emocionante para el hombre moderno. Él tiene una espada la cual según Efesios 6:17 es la palabra de Dios. Según textos como Hebreos 2:3-4 ya ha sido confirmada y sellada. Es Su única fuente de revelación y no podemos añadir nada a ella (Apocalipsis 22:18,19).
Con esta verdad en mente, al usar expresiones acerca de la dirección del Espíritu, quizás convenga que agreguemos una frase aclaratoria como «a través de la palabra,» «a través de su espada» o algo similar. Si no aclaramos así cuando hacemos referencia a la guía del Espíritu, al menos ocasionalmente en el contexto, es probable que perpetuemos el mito prevaleciente pero peligroso de la iluminación interior milagrosa. Recordemos, el Espíritu nos guía únicamente a través de Su espada poderosa. Es adecuada, todo suficiente, abundante y vivificante. ¿Para qué quisiéramos implicar que necesitamos algo más?