MARIA, ¿LA MADRE DE DIOS?

MARIA, ¿LA MADRE DE DIOS?

Fue en Alejandría, a fines del siglo III que a María se le dio el título de «Madre de Dios» por primera vez. En el libro apócrifo que se llama «El Sueño de María» (cuya versión más antigua data del siglo V) se describe a María como «la santísima y gloriosa madre de Dios». El tercer concilio ecuménico de Efeso (celebrado en el año 431) usurpó la autoridad para confirmar la designación de María como la «Madre de Dios», título que desde aquellos días pasó a formar parte esencial de los dogmas romanos.

Pero, ¿cómo puede la gente decir que en la iglesia que Cristo fundó, a María se le daban tales atributos y títulos, si en el Nuevo Testamento no leemos nada de eso?

Los escritores de la Biblia mencionan a María como la «madre de Jesús» (El nombre «Jesús» acentua la naturaleza humana de nuestro Salvador), pero nunca como «la madre de Cristo» (El nombre «Cristo» subraya Su naturaleza divina) o «la madre de Dios». El Nuevo Testamento enfatiza que la naturaleza divina de Cristo fue eterna, ya existía antes de que María o Abrahám nacieran (Juan 8:58).

Es correcto que a María la llamemos «la madre de Jesús» (es decir, del cuerpo material que en su vientre se formó); pero el llamarle «madre de Cristo» o «madre de Dios» es contrario a lo que la Biblia enseña, una falta de respeto a la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El deseo de María es que todos obedezcamos los mandatos de Cristo Jesús, Salvador de ella y nuestro. (I Juan 2:5). Escribe Luis Dario Segovia

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