¿Reconocería lo que hacemos?»
De «Creced» octubre, noviembre 2006
Al querer volver a lo puro y sencillo enseñado por Cristo y practicado por los santos del primer siglo, cristianos fieles hoy en día se reúnen el primer día de la semana para participar de la cena del Señor, escuchar mensajes de la palabra de Dios, orar, cantar y contribuir para la obra del Señor (Hechos 20:7, 1 Corintios 16:1,2; 11:17-34; 14:1-40; etc.) Aun así, siempre hay personas que dudan de la evidencia de las escrituras y preguntan si en verdad los cultos de adoración de las iglesias de Cristo en el siglo 21 son parecidos a los de los primeros seguidores de Cristo. A veces hacen la pregunta que forma el título de este artículo.
Evidencia de las prácticas en las sinagogas
En su libro, The Influence of the Synagogue Upon the Divine Office (la influencia de la sinagoga en el oficio divino), C.W. Dugmore hace el punto que el orden de la adoración de los primeros cristianos fue parecido al de los servicios en las sinagogas de los judíos, con la añadidura la cena del Señor, un acto distintamente cristiano. Demuestra que el servicio en la sinagoga incluía lecturas de las escrituras mezcladas con cánticos de los salmos, una predicación, oraciones y limosnas. Todo habría sido parecido a lo que se ve en congregaciones fieles hoy en día.
Escritos de cristianos primitivos no inspirados
Justino Mártir (114 – 165 D.C) escribió detalladamente acerca de los cultos de adoración de los cristianos del segundo siglo, algunos cincuenta años después de la muerte del apóstol Juan.
En el día llamado domingo, todos los que viven en la ciudad y en el campo se reúnen en un lugar y se leen los escritos de los apóstoles y los profetas. Entonces, al terminar la lectura el que preside instruye y exhorta a todos a imitar esas buenas cosas. Luego, todos se ponen de pie y oran. Entonces, como ya mencionado, se trae pan, vino y agua y el que preside ofrece oraciones y agradecimientos según su habilidad y la gente da su consentimiento diciendo «Amen,» y hay distribución a todos y participan de lo que han dado las gracias. Se lleva una porción a los ausentes por medio de los diáconos. Los que están bien económicamente y que están dispuestos a hacerlo, dan lo que piensan ser adecuado, y lo recolectado es dado al que preside quién ayuda a los huérfanos, las viudas y todos aquellos que debido a la enfermedad o la escasez faltan…
El domingo es el día… en el cual tenemos nuestra asamblea común, porque es el primer día en el cual Dios, habiendo obrado un cambio en la oscuridad y en la materia, hizo el mundo, y Jesucristo nuestro Salvador ese mismo día se levantó de entre los muertos. Porque El fue crucificado el día antes de Saturno (sábado) y en el día después de aquel de Saturno, el cual es del día del sol (domingo), habiendo aparecido a sus apóstoles y discípulos, El les enseñó estas cosas las cuales le hemos presentado a usted para su consideración. (Apología 1, 67)
Justino Mártir menciona los actos que son mencionados en las escrituras los cuales son practicados en iglesias del Señor hoy: la cena, la ofrenda, las oraciones y la exhortación. Aunque no mencionó específicamente los cánticos en estos párrafos, los menciona en otros (Apología 1,13). Aunque los estilos de los himnos y algunos otros detalles no especificados en las escrituras (el uso de himnarios, directores de himnos, las pizarras, altoparlantes etc.) serían algo diferentes en iglesias fieles de Cristo hoy, lo esencial queda igual.
Pero si agregamos prácticas humanas, nos alejamos de lo puro
Hoy en día muchos están tentados a agregar prácticas humanas a la adoración que les llevan más allá de lo especificado en las escrituras. Por ejemplo, en la iglesia tradicional han agregado de fuentes paganas el agua bendita, las vestimentas para el clero, el incienso y muchas otras prácticas. También las iglesias evangélicas han agregado muchas cosas, especialmente en los últimos años: aplausos, palmadas con el ritmo de la música, conjuntos musicales, día de la madre, del pastor, fiestas, etc. Estas añadiduras cambian la esencia de la adoración autorizada por Cristo.
Volvamos a lo puro, a lo básico, a lo enseñado por Cristo a sus primeros seguidores. Evitemos prácticas humanas que tienden a invadir y cubrir la belleza de lo original (Idea de un artículo por Greg Litmer)
(Para una cajita al lado)
«Todo lo que hacemos es para adorar»
A veces para defender la introducción de nuevas prácticas en el culto de adoración, algunos dicen, «todo lo que hacemos es para adorar a Dios.» La idea parece ser que si hacemos cosas como el usar instrumentos de música en las casas y si comemos bizcocho (tortas o pasteles) con otros en casa, que estamos autorizados para hacer estas cosas y otras parecidas en el tiempo designado para el culto de adoración.
Es verdad que todo lo que hacemos debe ser para glorificar a Dios (1 Pedro 4:11). Aun así hay una diferencia entre lo que hacemos en la vida diaria y lo que hacemos específicamente para adorar a Dios al reunirnos con otros cristianos en el tiempo designado para este propósito.
No cabe duda que los primeros cristianos tenían un tiempo especificado para reunirse para adorar a Dios. Aparte de los textos bíblicos dados para probar este punto (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2) la palabras de Justino Mártir citadas arriba, aunque no inspiradas, lo apoyan. No confundamos las muchas formas en las cuales glorificamos a Dios en la semana, con las prácticas designadas por Cristo para sus seguidores al reunirse los domingos para adorarle. Si alguna actividad no ha sido autorizada por Cristo y sus apóstoles inspirados para el tiempo designado para la adoración, dejémosla en la esfera a la cual pertenece, la de actividades cotidianas.