¡SE OLVIDÓ DE ALGO!
De «Creced» 10/2014
Una señora compró un loro, pero después de hablar continuamente con el ave durante tres días, éste no decía ni una palabra. La Señora volvió a la tienda de mascotas y dijo, “hace tres días que hablo con el loro, y todavía no dice ni una palabra.”
El dueño de la tienda le dijo, “usted debe comprarle un columpio para poner en su jaula,” y así hizo la Señora. No obstante, después de dos días, todavía no decía nada.
Volvió la Señora a la tienda y le dijo al dueño, “todavía no habla.”
“Debe comprarle un espejo para su jaula,” le dijo el dueño y la Señora lo hizo, pero después de unos días más todavía el loro quedó callado. Y volvió la señora varias veces para comprar más juguetes, pero nada le dio éxito.
Entonces un día la señora llegó llorando a la tienda con el loro muerto en su jaula llena de juguetes.
“¿Qué pasó?” dijo el dueño de la tienda de mascotas. “¿El loro murió sin decir ni una palabra?”
“Sí,” dijo la señora. “Antes de morir dijo una frase.”
“¿Qué dijo?” preguntó el dueño.
Respondió la señora, “El loro dijo antes de morir, ‘¿no venden comida para loros en la tienda de mascotas?’”
DOS APLICACIONES
Varios textos hablan de las palabras de Dios como comida (Jeremías 15:15; Mateo 4:4; Hebreos 5:12-14; 1 Pedro 2:2). Sin ellas no podemos vivir (Salmo 119).
(1) Iglesias – Muchas iglesias se llenan de actividades: los juegos para jóvenes, las comidas, las fiestas para jóvenes y para ancianos, el activismo político, el activismo social, los conciertos de música espiritual, los mensajes positivos llenos de anécdotas y chistes, etcétera, pero francamente tienen muy poca enseñanza bíblica. Aunque sus miembros parezcan estar felices en medio de toda la diversión, son cadáveres espirituales. No conocen la palabra de Dios.
(2) Individuos – Llenamos nuestras vidas con muchas actividades: el trabajo, los estudios en la escuela y la universidad, los deportes, varias actividades sociales, el fútbol, Real Madrid, F.C. Barcelona, viajes al campo, viajes a la ciudad, etcétera. Pero si no las llenamos de la palabra de Dios, no sabemos de dónde somos ni adónde vamos. Nos perdemos espiritualmente.
No seamos como el loro que murió de hambre en medio de su jaula llena de juguetes. (Historia del loro relatada por Caleb Churchill)