EL SILENCIO

EL SILENCIO

De «Creced» 2/04

«Más Jehová está en su santo templo; calle delante de el toda la tierra.” Habakuk 2:20

Vivimos siempre con el ruído: el tráfico estrepitoso, las fábricas ruidosas y los estereos megavatios. Lo primero que muchos averiguan al comprar un auto es por el sistema de radio/CD. Algunos que van a las montañas o a la playa para un picnic se preocupan más por llevar su “boombox” (radio fuerte) o su televisión portátil que por la comida. Algunos jóvenes se sienten desarmados si tienen que salir de la casa sin su “walkman” (estéreo portátil). Nos acostumbramos tanto al sonido que un momento de silencio no esperado puede asustarnos.

La adicción al sonido ha afectado aun la adoración al Señor. Algunos quieren sermones dados rápidamente y oraciones repetidas sin pausa ninguna. Otros quieren amplificadoras que hacen que la voz del predicador resuene no solamente en el local sino por centenares de metros alrededor. El silencio durante la cena del Señor ha llegado a ser tan insoportable para algunos, que dicen que debe haber cánticos o música grabada al ser repartidos el pan y el fruto de la vid. Muchos en nuestra generación serían miserables en el cielo donde hubo silencio “como por media hora.” (Apocalipsis 8:1)

Bendiciones que vienen por el silencio

El silencio es el resultado de muchas emociones loables: el temor de Dios, la humildad, la cólera justa, la simpatía, la contrición, la reverencia y la sujeción (como en Habakuk 2:20). El amor muchas veces se expresa mejor con el silencio. Se ha dicho que la profundidad de una amistad puede ser medida por el tiempo que dos personas pueden pasar juntos cómodamente sin intercambio de palabras. Nuestra aversión al silencio puede revelar que carecemos de algunas de estas cualidades meritorias.

El silencio puede servirnos al analizar objetivamente diferentes puntos de vista, ayudándonos a no ser persuadidos por el clamor de los argumentos emocionales y subjetivos sino a enfocarnos mejor en la esencia de lo dicho. ¡A los vendedores deshonestos no les gusta el silencio!

El silencio muchas veces nos hace pensar en la presencia de Dios. No es en medio del ajetreo de la ciudad que muchos comentan sobre la certeza de la presencia de Dios, sino en la cumbre de alguna montaña, lejos de la agitación inútil de la huma-nidad, o en un lugar en el campo donde solo se oyen los sonidos del viento y de la naturaleza de Dios.
El silencio nos permite oír la voz del Espíritu, no en alguna forma milagrosa, sino al contemplar la ley de Dios la cual hemos guardado en el corazón (Salmos 119:11) y en la cual meditamos día y noche (Salmos 1:2). La meditación se logra mejor sin el ruido detractor.

El silencio puede ser usado en forma efectiva para calmar la amargura y evitar la enemistad entre dos individuos que no están de acuerdo. Muchas veces, estamos demasiado apurados para hablar y por lo tanto no tenemos mucho éxito al tratar de ser pacificadores.

El silencio puede ayudarnos a evangelizar

El silencio puede animar a otros a hacer decisiones importantes. Una vez me tocó hablar con una pareja que había asistido a las reuniones de la iglesia por muchos años sin obedecer el evangelio. Traté de convencerles a obedecer al Señor, pero como suele pasar muchas veces, dijeron necesitar más tiempo para analizar su situación.

“Cuánto tiempo necesitan?” les pregunté. “Ya han tenido 20 años.”

Hubo silencio. No contestaron y yo determiné no decir nada hasta que contestaran. El silencio se extendió hasta el punto de ser incómodo.

Después de un largo rato, el silencio fue interrumpido por el hombre que dijo, “estoy listo, vamos.” Fueron bautizados.

Poco después murieron los dos, motivados a la obediencia no tanto por algo dicho, sino por el silencio. Aprendí que en verdad hay “tiempo de callar.” (Eclesiastés 3:7)

El silencio, clave para acercarnos a Dios

El silencio nos ayuda a orar en privado. Quizás fue en busca del silencio que Jesús se levantó muchas veces antes del día para salir a un lugar solitario para orar. Si El lo buscó, ¡también lo debemos buscar nosotros!

(Por Sewell Hall, abreviado un poco)

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