¿COMO ES EL CRISTIANO FRENTE AL PECADO?
UN EXTREMO: EL DERROTISMO
De «Creced» 10/94
Algunos presentan al cristiano frente al pecado como un cordero indefensible delante del lobo feroz e invencible de la tentación. Enseñan que por estar en la carne el cristiano es dominado por el pecado y no puede resistir a Satanás. Peca continuamente.
Citan textos como Romanos 3:10-18 («No hay justo, ni aun uno…»), Romanos 7:14-25 («Yo soy carnal, vendido al pecado…») y I Juan 1:8 («Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos…») para describir al cristiano como débil frente al mundo.
Como consecuencia de este concepto se ha visto muchos abusos:
(1) Algunos no se esfuerzan en vivir vidas santas y piadosas, cayendo en el materialismo, el adulterio y otros pecados feos. Si uno piensa de antemano que va a perder una batalla, ya la perdió.
(2) Otros niegan luchar en contra del pecado (sean pecados de impureza moral o de error doctrinal) diciendo algo así, «todos pecan y nadie tiene derecho de hablar en contra de los pecados de otros». Así la hermandad se contamina con la inmoralidad y las falsas doctrinas.
(3) Otros más van un paso más e inventan teorías «teológicas» para no aceptar la responsabilidad por sus acciones. Por ejemplo, algunos dicen que al observar el cristiano, Dios no ve los pecados de ellos sino ve la justicia de Cristo, ya que ella es «imputada» al cristiano y le cubre a él y sus pecados como ropa nueva. Es una doctrina peligrosa y antibíblica. Estamos bien delante de Dios por haber sido lavados y perdonados y no porque Dios no ve nuestros pecados.
Los textos citados por los hermanos derrotistas son mal aplicados.
Romanos 3:10-18 no se aplica al cristiano sino al hombre sin Cristo. El punto principal de Pablo en Romanos capítulo 1:18-3:20 es que el hombre sin Cristo está muerto en sus pecados. Pero capítulo 3:21 en adelante enseña que en Cristo hay liberación del pecado.
Romanos 7:14-25 trata de la condición de Pablo bajo la ley y antes de conocer a Cristo. Otros textos, los cuales hay que tomar en cuenta para interpretar Romanos 7, enseñan que Cristo le había librado del dominio del pecado (por ejemplo, Romanos 7:25; 8:1,2; 6:9-14). El texto no tiene nada que ver con el cristiano fiel quien ha sido librado del pecado por Cristo, sino con el hombre (representado por Pablo) bajo el dominio de la ley.
I Juan 1:8 no tiene que ver con el dejar que el pecado reine en el cristiano sino con tropiezos que ocurren de vez en cuando en la vida cristiana. Tropezar en ciertas ocasiones, no es ser dominado por el pecado.
Hay muchos textos que contradicen la idea que somos dominados por el pecado:
* Romanos 6:11-14: «Así también vosotros consideraos muertos al pecado pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal…Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia».
Nótese que Pablo implica que el pecado se enseñorea del hombre quién está bajo la ley, o sea, al hombre que es como Pablo se describe a si mismo antes de conocer a Cristo en Romanos 7:14-25. Pero bajo Cristo, el pecado ya no nos domina.
* Romanos 8:2: «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte». Pablo ya no era como se describió en Romanos 7:14-25. Había sido librado y así es con nosotros si estamos en Cristo.
* II Timoteo 1:7: «No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio». Con el espíritu de poder que Dios nos ha dado, podemos superar la tentación.
* I Corintios 10:13: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis resistir».
Los derrotistas espirituales dicen que es imposible resistir la tentación y el pecado. Dios dice que podemos. Creo a Dios.
* Los muchos textos que describen a los cristianos como santos y santificados (Rom. 6:17,22; I Cor. 6:11; II Cor. 7:1; Ef. 4:24; I Tes. 3:13; 4:7; Heb. 12:10,14; etc.) prueban que el cristiano puede estar separado de la forma pecaminosa de vivir. La palabra «santificado» significa separado o puesto aparte.
EL EXTREMO DE LA PRESUNCIÓN
Aunque no somos dominados por el pecado, tenemos que evitar el extremo de pensar ya no ser amenazados por él.
Un hermano dijo una vez, «paso meses sin pecar».
Otros más demuestran una actitud arrogante y presumido al pensar haber alcanzado un nivel de «super espiritualidad». Tienen poca paciencia y compasión para con quiénes según ellos son débiles. Desde su puesto «superior», siempre les condenan a otros con una actitud condescendiente.
Varios textos bíblicos bíblicos enseñan que este extremo es tan peligroso como el primero:
* «El que piensa estar firme, mire que no caiga» (I Cor. 10:12).
* «…Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (I Cor. 9:27) Si Pablo tuvo que esforzarse en mantener su salvación, así es con nosotros.
* «…Restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gal. 6:1). El que corrige a otro, tiene que considerar a si mismo ya que no es inmune al pecado.
* «Porque todos ofendemos muchas veces…» (Sant. 3:2). Aunque no somos dominados por el pecado, sí tropezamos mucho.
* «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo» (Filipenses 3:12) Pablo todavía no había alcanzado la resurrección ni la vida sin faltas. Aunque había llegado a un nivel muy alto de espiritualidad, se dio cuenta de la importancia de crecer aun más.
Si somos como Pablo, por más madurez que alcancemos, más vemos que nos falta mucho para ser como Cristo. Así seguimos luchando pare crecer más.
RESUMEN
El cristiano fiel no es dominado por el pecado, sino ha sido lavado, santificado y justificado. Dios le ha dado un espíritu de poder, amor y dominio propio y por tanto puede superar la tentación.
No obstante, tiene que esforzarse en mantener su salvación porque tropieza y ve siempre la necesidad de crecer más en toda gracia cristiana. Al tropezar sabe que tiene que levantarse para seguir en el camino al cielo. Mantiene la humildad y demuestra compasión, sabiendo que su salvación no se basa en sus obras (aunque tiene que demostrar su fe al obedecer a Cristo), sino en la gracia y misericordia de su Salvador.