EMOCIONES, SI! ¡EMOCIONALISMO, NO! ¡EMOCIONES, SI!
De Creced 3/95
Algunos de los frutos del Espíritu son «amor, gozo y paz», emociones que llenan el corazón del que conoce a Cristo.
Aunque el cristiano se goza de estas emociones, sabe que la fe no proviene de ellas, sino solamente de la palabra de Dios (Romanos 10:17). Por tanto, aunque se siente feliz en el amor, gozo y paz que Dios le da, su confianza no se basa en ellos sino en la palabra de Dios y en Su misericordia. El «sentirse bien» no es garantía de estar bien con Dios.
¡EMOCIONALISMO, NO!
Nuestro mundo religioso ha sido invadido por el emocionalismo, el concepto que la fe en Dios proviene de las emociones y que por más emoción, más fe hay.
Debido a este concepto, la meta de las reuniones de los emocionalistas no es tanto el aprender de la palabra de Dios, sino el aumentar las emociones con la predicación frenética, los testimonios emotivos y más que nada, la música apasionada. La esperanza es que de las emociones producidas por la música y los testimonios, nazca y crezca la fe. Así, las emociones llegan a ser un fin en si mismo y son procuradas más que cualquier otra cosa, aun la palabra de Dios.
El emocionalismo destruye almas porque desvía al hombre de lo que produce la verdadera fe, la palabra de Dios (Rom. 10:17). A través de él los hombres llegan a confiar en sus sentimientos en vez de la palabra divina (Prov. 16:25).
CONCLUSIÓN
Gocemos de las emociones que provienen de la verdadera fe, pero no nos engañemos a pensar que las emociones son un fin en si mismo. Las emociones deben ser productos naturales de la verdadera fe, y no la base de ella.