¿Es la ley de Cristo el sencillamente amar a otros?
De «Creced» 10/05
El hermano Jerry Falk recibió una carta muy amorosa de un hermano en la “Iglesia Cristiana.” Dice estar de acuerdo con los principios de “restauración” expresados en el sitio de internet de Jerry, www.buscad.com, pero afirma que no es correcto oponerse al uso de los instrumentos de música para adorar a Dios por varias razones. Ya que su forma de pensar es muy común, no solamente en las “Iglesias Cristianas” sino también en congregaciones afectadas por el “modernismo,” vamos a analizar los puntos que el hace en esta y en futuras ediciones de este boletín.
Primer punto del hermano: Dice que la ley de Cristo es explicada en Gálatas 6:2 y es sencillamente, “sobrellevar las cargas los unos de los otros y así cumplir la ley de Cristo.” La idea es que el preocuparse por cualquier otra cosa aparte de este principio general de amor (por ejemplo, el no usar los instrumentos de música) es seguir una ley como la del Antiguo Testamento. Si sobrellevamos las cargas los unos de los otros, cumplimos así la ley de Cristo, y no tenemos que preocuparnos tanto por cuestiones como la música instrumental, la organización de las iglesias autorizada por Cristo, etc.
Un resumen no detrae de la importancia de los detalles
Comentario – Muchas veces Jesús, Pablo y otros dan resúmenes de los grandes principios de la ley. Por ejemplo, en cuanto a la ley de Moisés Jesús dijo al intérprete de la ley que para vivir, tenía que amar a Dios de todo corazón… y al prójimo como a si mismo. (Lucas 10:27,28) En estos dos principios la ley de Moisés era resumida. ¿Habría significado que los judíos no tuvieron que preocuparse por el sábado, el diezmo, la pascua, el sacrificio de animales sin defecto y otros preceptos de la ley de Moisés? ¡Por supuesto que no! El amar a Dios y al prójimo habría significado el seguir los preceptos que Dios había dado en cuanto al diezmo, la pascua, etc. Al no hacer caso a sus mandamientos en cuanto a estos puntos, habrían demostrado la falta de amor para con Dios.
Si la única cosa que Dios hubiera querido que estuviera en el Antiguo Testamento hubiera sido Deuteronomio 6:5, “Amarás a Jehová tu Dios de todo corazón…” ¡el Antiguo Testamento habría sido un libro muy corto! Pero el resto del Antiguo Testamento era necesario para enseñar a los judíos cómo amar a Dios. Si algún judío hubiera dicho que lo único importante era amar a Dios y que el resto del Antiguo Testamento no tenía tanta importancia habría pasado por alto los detalles en cuanto a cómo expresar este amor.
Y así es con el Nuevo Testamento. El seguir a Cristo es también asunto de amar a Dios de todo corazón y amar al prójimo (Gálatas 5:14; 6:2). Pero ¿cómo podemos saber cómo amar a Dios y al prójimo? El resto del Nuevo Testamento nos enseña cómo hacerlo. Si somos presuntuosos con respecto al resto del Nuevo Testamento aparte de Gálatas 6:2, demostramos faltar el amor para con Dios y para con el prójimo.
Si solamente importara demostrar amor para con otros conforme a nuestro propio juicio para cumplir la ley de Cristo, entonces no habría ningún problema con hamburguesas y papas fritas para la cena del Señor, agua bendita, velas, vestimentas especiales, incienso, y miles de otras prácticas de origen humano en la adoración. Según la forma en la cual el hermano razona, ¿cómo podría cuestionar estas prácticas o cualquier otra práctica humana en las religiones sectarias?
A propósito, las palabras de Cristo sí forman una ley: la de la libertad (Santiago 1:27); la del Espíritu de vida en Cristo Jesús (Romanos 8:2), etc. Pablo dijo estar bajo la ley de Cristo (1 Cor. 9:21). Es una ley de vida y libertad porque revela la salvación, cosa que la ley de Moisés no hizo, pero sí es una ley que requiere nuestra sumisión. Es la “doctrina de Cristo” (2 Juan 9), la fe que fue dada “una vez” a los santos (Judas 3). Debido al sacrificio de Cristo y Su misericordia, no tenemos que obedecer la ley de Cristo perfectamente para ser salvos (1 Juan 1:5-10), o sea, nuestra salvación no se basa en cumplir nosotros perfectamente la ley de Cristo. Pero sí tenemos que tener fe, o sea, un espíritu de sumisión y deseo para seguir todos los preceptos de Cristo (Hebreos 5:9). Si no, Dios no nos promete la salvación.
(En el próximo boletín “Creced,” seguiremos analizando puntos del hermano. ¿El hablar de mandamiento, ejemplo aprobado e inferencia necesaria es usar una “hermeneútica zwingliana?” o es sencillamente emplear el sentido común al analizar la Biblia?)