¿DIOS CASTIGÓ HAITÍ?
De Creced 3/2010
¿Por qué Dios permitió que murieran 300,000 en terremotos en Haití y Chile?
Un famoso predicador pentecostal, Pat Robertson, dijo que los Haitianos habían hecho un pacto con el diablo hace siglos, implicando que por esta razón Dios les castigó con el terremoto. Otros han señalado que Haití es un país donde predomina el vudú y otras supersticiones para insinuar lo mismo.
Hay al menos tres problemas con el atribuir este tipo de desastre natural al castigo de Dios:
1. No ha habido revelación de Dios que así haya sido el caso. Es verdad que Dios reveló en el Antiguo Testamento haber castigado a su pueblo con terremotos, langostas, conquistas y otros desastres (Joel 2:11; Hageo 1:10; Amos 4:6-11,etc.). Sin embargo, no hay ninguna revelación de este tipo con respecto a los desastres naturales mencionados arriba y otros más. Cuando Dios no ha hablado, ¡no nos atrevamos en hablar! Jesús reprendió a los apóstoles por atribuir la ceguera del hombre de Juan 9 al pecado, sin tener revelación que así fue el caso (Juan 9:1-5). Tengamos cuidado para no caer en la misma trampa.
2. La falta de compasión – Los que creen que los desastres siempre son castigo de Dios, serán tentados a no demostrar compasión porque piensan que los damnificados merecen su castigo. Serán parecidos a los hindúes que creen en la ley de la karma, que todo sufrimiento es merecido por algo malo hecho en una vida anterior.
3. El enfocarse en el pecado de otros y no en uno mismo. Cuando Pilato mató a algunos y la torre de Siloé cayó sobre otros, algunos judíos evidentemente se compararon favorecidamente con los damnificados, pensando ser mejores que éstos porque no les había ocurrido algo parecido (Lucas 13:1-5). Jesús se indignó con ellos señalandoles que debían enfocarse en si mismos sin señalar a otros como más pecadores que ellos, “No, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” Cuando echamos la culpa en otros por los desastres naturales que les azotan, como si fuéramos superiores a ellos al no sufrir, pasamos por alto las áreas en las cuales necesitamos arrepentirnos o crecer.
Conceptos más saludables
Aunque jamás debemos acusar a otros de merecer los desastres naturales que les sobrevienen, sí podemos aprender de ellos.
1. ¡La tierra no es nuestro hogar permanente! El pecado no solamente maldijo al ser humano, sino al mundo natural (Gen. 3:17) No fue la intención de Dios que este mundo fuera hogar permanente para los fieles sino un lugar habitable pero de prueba. Evidentemente deja que las leyes de la naturaleza que producen los terremotos, las tormentas, la sequía, etc. operen muchas veces sin Su intervención.
2. Buscar otro mundo que es mejor – Al ver el sufrimiento en este mundo, debemos motivarnos a buscar algo mejor donde “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apoc. 21:4)
Aunque nos parte el corazón ver el sufrimiento de otros, especialmente el de niños, afecta más a Dios que les ama aun más que nosotros. Pero jamás nos olvidemos que El tiene algo mejor para ellos y para nosotros. El dejar El que las leyes naturales operen sin Su intervención, nos ayuda a ver este hecho que tanto necesitamos comprender.
3. Demostremos el amor de Dios – Las maldiciones de este mundo, nos ofrecen la oportunidad para demostrar el amor de Dios, proveyendo ayuda a los que sufren. Doy gracias a Dios por varios hermanos dominicanos que llevaron ayuda a Haití y hermanos en Chile que han ayudado a los afectados allí. Siempre busquemos oportunidades para así convertir las maldiciones en bendiciones.
Una Pregunta que Sí Podemos Contestar en Forma Definida
Al pensar en los desastres naturales, jamás podemos contestar todas las preguntas filosóficas que los rodean. Aun así la pregunta más importante, sí tiene una respuesta definida y es: ¿con qué podemos enfrentar mejor los males y desastres del mundo? ¿Podemos enfrentarlos con la incertidumbre y futilidad del ateísmo? O, ¿vamos a enfrentarlos con la esperanza que Dios nos da? Si creemos en Dios, creemos que hay soluciones para todos los problemas del hombre aun los que sufren. En vez de rechazar la única esperanza que tenemos porque no comprendemos completamente el por qué del sufrimiento, debemos renovar nuestra determinación de buscar la verdad que nos da soluciones.