“¡Mi marido es adicto a la pornografía!”

“¡Mi marido es adicto a la pornografía!”

De «Creced 3/2017

Se oyen estas palabras tristes de demasiadas cristianas. Se dan cuenta de que sus maridos están pasando mucho tiempo con la computadora y luego descubren pornografía asquerosa en ella. O, descubren revistas pornográficas en lugares escondidos en sus casa. Brenda Stoeker describe a la mujer cristiana que descubre que su marido es adicto a la pornografía.

Un día su matrimonio parece ser normal y entonces de repente la perversión parece brotar en todas partes. Ella no tiene la menor idea en cuánto a cómo proceder y probablemente no esté preparada para el dolor aplastante de traición que le va a enterrar.

¿Qué no debe de hacer ella?

(1) Saltar rápidamente a conclusiones y atacar al marido – A veces un poco de pornografía puede aparecer en la computadora de alguien sin que ellos la procuren. Tenemos que investigar un poco antes de concluir que hay un problema.

(2) Echar la culpa a sí misma – Muchas esposas inmediatamente piensan que el problema es culpa de ellas, por haber subido un poco de peso, por no estar tan atractiva como antes, etcétera. Pero si un hombre es adicto a la pornografía no es culpa de nadie sino de él. Nada justifica el meterse un hombre en el pozo ciego de la pornografía. Tal como la Biblia enseña que el hijo no llevará el pecado del padre (Ez. 18:20), tampoco la esposa lleva el pecado de su marido.

(3) No ser “solapadora” – Si una esposa llega a estar bastante segura de que hay un problema, el camino fácil es no hacer nada. Así el marido sigue contaminándose y todo se empeora. Va a ser necesario enfrentarle para ayudarle, especialmente si el marido es cristiano.

¿Qué hacer?

1. Hablar con calma al marido. Si tiene una idea que su marido está involucrado en la pornografía entonces es importante hablar con él. Pero es de suma importancia que la conversación no se lleve a cabo con ira, con lágrimas o con fuertes emociones, por más difícil que sea mantener la calma (2 Timoteo 2:24-26; Gal. 6:1,2). Recuerde, puede haber una explicación.

Se puede decir algo así,

* “Querido, me he dado cuenta de que hay pornografía en tu computadora. Si puedo ayudarte con esto, quiero hacerlo porque te amo mucho. O, quizás haya una explicación…”

* “Encontré estas revistas al limpiar la casa…”

Es muy posible que el marido responda al principio en forma defensiva, con ira, o aun acusando a la esposa. “¿Por qué has registrado mi computadora?” “¿No confías en mí?”
Si así es, dele tiempo. Puede responder algo como, “solamente quiero ayudarte,” y dejar la discusión. Si el marido es cristiano y si tiene consciencia, quizás luego admita su problema. Si no, todo va a ser más difícil.

2. Si está dispuesto a cooperar, busquen ayuda. Pueden buscarla con los hermanos de confianza que puedan servir de ayudantes. O sea, pueden orar con su marido, llamarle a menudo para preguntarle como está, recibir llamadas de él cuando está tentado, etcétera. También pueden buscar filtros antipornográficos y otras ayudas electrónicas. Sí estos no ayudan a resolver el problema, pueden dejar de usar computadoras, smartphones y otros aparatos con acceso al Internet. Mejor es entrar en el cielo sin ellos que al infierno con ellos.

(3) Si el marido se niega a cooperar con la esposa, quizás sea tiempo de que ella aplique los principios de Mateo 18:15-17. El texto enseña que si uno que ofende a otro no escucha a nuestros esfuerzos para corregir la situación, que hablemos con hermanos para buscar su ayuda, si es necesario, como testigos. Significa el acudir a uno o dos hermanos de confianza (o familiares cristianos) para buscar su ayuda y para ver si ellos pueden lograr convencer al adicto a la porno a buscar ayuda.

Aunque hemos dado un breve resumen aquí de algunos pasos que puede tomar una esposa cuyo marido es adicto a la pornografía, en práctica todo va a ser más complicado y más difícil. Sobre todo la vida de ella (y de él si reconoce su falta) va a tener que llenarse aun más de la oración y de esfuerzos humildes a buscar la ayuda de Dios y de hermanos de confianza.

Que sobrellevemos las cargas los unos a los otros para poder sobrevivir espiritualmente en este mundo tan torcido por el pecado.

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