La invasión por el mundo del espectáculo
De «Creced» Junio de 2005
¡Nos gusta ser entretenidos! Por esta razón, nuestra cultura occidental ha sido inundada por “el mundo del espectáculo.” Casi todo el mundo habla de los acontecimientos en programas como, “Objetivo fama” y “Nuevas voces de América.” Los sábados, millones están pegados a la pantalla para ver a Don Francisco y “Sábado Gigante.”
El mundo religioso ha sido influenciado por la cultura del espectáculo. Las masas no están atraídas al Carpintero humilde de Galilea ni a sus seguidores modestos, sino quieren algo más divertido y excitante. Están adictos a la diversión y al espectáculo y si algo no les entretiene, se aburren y se quejan. Las religiones de los hombres están dispuestas a darles lo que quieren. Por tanto, vemos las grandes campañas en los grandes estadios y teatros con predicadores dinámicos hablando poco de la Biblia y mucho de historias y testimonios subjetivos. Todos les aplauden y luego escuchan a varios conjuntos y cantantes, dando palmadas con el ritmo del “rock cristiano.” Francamente, todo está muy lejos de lo que vemos en el Nuevo Testamento.
La influencia del mundo del espectáculo en la iglesia de Cristo
Lamentablemente, la influencia del mundo del espectáculo ha penetrado a la iglesia del Señor, o sea, los creyentes que han sido sumergidos para el perdón de los pecados.
* El aplauso – Cuando el predicador hace un buen punto o entretiene a la audiencia, aplauden como si fuera un artista del espectáculo. La Biblia especifica el uso del “amén” el cual da énfasis al mensaje y no al mensajero (1 Cor. 14:16). En vez de aplaudir al mensajero, digamos “amén” al mensaje.
* Las palmadas con el ritmo de la música – Viene de los conciertos de conjuntos musicales. Dios quiere que le alabemos con “frutos de labios” (Hebreos 13:15) y no con el “fruto de la piel,” palmadas que acompañan los himnos y coritos.
* Los coros – No contentos con el sonido de las voces de los humildes, algunos quieren ser entretenidos por las voces bien adiestradas de los coros. Están fijándose en los hombres como audiencia y no en Dios. A Dios no le importa la belleza de la voz sino la sinceridad y la fe del corazón.
* El énfasis en testimonios subjetivos – Aunque puede haber lugar para relatos personales basados en la palabra de Dios ( Lucas 8:39, Hechos 22, etc.) la mayor parte de los “testimonios” hoy en día no se basan en las escrituras, sino en los sentimientos, la sanidad física y otras fuentes subjetivas. Son dados por personas con poco conocimiento bíblico. No se atrevería a dejarles dar enseñanzas bíblicas en las iglesias. Sin embargo, se les dan el púlpito para hablar de lo que muchas veces no saben. Muchos que suben para “dar su testimonio” en la iglesia exageran, tratan de llamar la atención hacia si mismos y distraen a todos de Cristo y de Su palabra. Las mujeres muchas veces pasan completamente por alto los principios de 1 Corintios 14:34 y 1 Timoteo 2:11,12 al dar sus testimonios. Se ve algo parecido en los programas de “la realidad” en la televisión. Los cultos de adoración deben ser dedicados a la alabanza de Cristo y a la exposición de Su palabra y no a los testimonios subjetivos que tratan mayormente de lo físico.
* El énfasis en “grandes campañas.” La predicación y la enseñanza de la palabra por predicadores humildes en locales modestos no es bastante llamativo para algunos. Quieren imitar a las religiones populares y tener grandes campañas patrocinadas por una red de congregaciones.
Seamos en verdad del pobre Carpintero de Galilea
Imitar a Jesús es rechazar la influencia del mundo del espectáculo, especialmente al adorar a nuestro Dios todopoderoso. Estemos contentos con el poder de la palabra de Dios la cual puede salvar a los de buena tierra sin el esplendor del mundo. Estemos contentos con la sencillez y la humildad que caracterizaban a los cristianos primitivos.