Lecciones de un susto

Lecciones de un susto

De «Creced» 2/06

“Después de ver los resultados del último estudio de tu corazón, creo que has tenido dos infartos,” me dijo el cardiólogo por teléfono el 15 de diciembre.

Pensamientos que llenaron mi mente

Después de recibir estas noticias, traté de mantener la calma para que mi esposa y mis padres no se asustarán. Sin embargo, no pude detener las dudas que comenzaron a surgir. ¿”Llegaré a ser un inválido? ¿Los dolores que tengo ahora estarán señalando un tercer infarto que me quitara la vida”? No me parece ser justo ya que apenas tengo 50 años. Entonces comencé a pensar en mis amados. ¿”Qué de mi esposa, Beverly? ¿Qué de mis hermanos? ¿Qué de los inconversos que recientemente han aceptado estudios bíblicos conmigo”?

Otra cosa me preocupó. ¿Tuve la culpa por la condición del corazón? Me gustan las hamburguesas (especialmente las “Whoppers” de “Burger King”) y como demasiadas cuando estoy corriendo aquí y allá. A veces dejo que las pequeñas cosas me molesten sobremanera. ¿Mis descuidos y mis afanes habrán dañado mi corazón? ¿Estoy sufriendo las consecuencias de mis propios pecados”? Me puse de rodillas y pedí perdón de Dios por estos desvíos de Su voluntad.

Al meditar en la misericordia de Dios, sentí un gran alivio. Pensé, “estoy listo para irme, no porque merezco la vida eterna. Al contrario ¡a veces me distraigo fácilmente del enfoque espiritual que debo tener! Pero yo sé que El me perdona y también que El está en control de todo. Si me toca irme de este mundo, mi esposa, mis hermanos y todos pueden seguir adelante con Su ayuda aunque me extrañen. Mi familia, mis hermanos, y todo el universo pertenecen a El.”
Llamé rápidamente a algunos queridos hermanos y les pedí que avisaran a otros para que oraran por mi. Al estar en el camino al hospital me fije en la nieve recientemente caída y en su hermosura. Es bonita, pensé, pero solamente tenemos un poco de tiempo para gozarnos de ella. Oraba mucho en silencio, “Dios, ayúdame a confiar en que vayas a cuidar a Beverly, a mis hijas y a mis hermanos tan queridos!”

Al llegar al hospital, pegaron varios cables a mi pecho y metieron tubos en mi cuerpo. Me llevaron a un cuarto donde había un televisor. No tenía mucho entusiasmo para ver la programación, pero lo prendí de todos modos. El primer programa que vi trataba de un grupo de expertos hablando del fútbol norteamericano, de los juegos programados para el siguiente domingo, de los lesionados que no iban a poder jugar y de cómo todo eso iba a afectar los resultados. Normalmente me gusta el fútbol norteamericano, pero me sentí muy desinteresado en los temas que los locutores analizaron con tanta energía como si fueran tan importantes. Pensé, “quizás ni esté yo en este mundo el domingo para saber de los juegos.” Luego hubo propaganda para diferentes autos mostrándoles andar por varios paisajes espectaculares acompañados por la música apasionada. ¿”Qué me importa este Toyota tan bonito cuando es posible que yo muera pronto. En otros canales hubo personas discutiendo la política. Sentí un desapego espeluznante en cuanto a todo aquello. Apagué el televisor y pensé en el hecho que solamente dos cosas tienen gran importancia en este mundo: (1) Estar bien con Dios y (2) Demostrar amor a nuestros amados y hermanos.

La realidad

El siguiente día me llevaron en una ambulancia a otro hospital más grande donde me hicieron un examen más definitivo para analizar los problemas de mi corazón, pasando un cable por una arteria e inyectando una tinta en el corazón la cual iba a ser visible en una pantalla. Al ver la pantalla y la tinta fluyendo por las arterias del corazón, el cardiólogo exclamó con bastante sorpresa, “¡No veo ningún problema!
“¿Por qué me dijo que había tenido dos infartos?” le dije.
“Quizás la arritmia que tienes afectó el resultado del examen,” me contestó. “Pero esta arritmia no debe ser cosa seria en si.”

Que Dios me ayude a recordar aquellas horas.

Aunque sentí un gran alivio, especialmente con respecto a mi familia y mis hermanos, pedí a Dios que me ayudara a mantener la misma perspectiva que tenía cuando pensé tener un defecto serio en mi cuerpo.

Que siga sintiendo cierto desapego con respecto a los deportes, la política, los automóviles y otras cosas del mundo, Aunque no siempre sean malas en sí, fácilmente podemos dar demasiada importancia a ellas y así perder la perspectiva espiritual. (Mateo 13:22)
Que Dios me ayude a poder simpatizar con los que reciben verdaderos reportes de ataques del corazón, cáncer y otras enfermedades que muchas veces resultan en la muerte. Que me ayude a consolarles con los mismos pensamientos del cielo y del cuidado amoroso de Dios que me consolaron en mis momentos de angustia. (Rom. 12:2)

Que Dios me ayude a siempre dedicarme a las únicas cosas en este mundo que tienen gran importancia: (a) la importancia de amar a Dios y obedecerle (Eclesiastés 12:13) y (b) la importancia de demostrar y expresar el amor para con nuestros familiares y amados (Jn. 13:15).
(Estoy bien. No tengo ningún problema serio, pero estoy muy agradecido por todas las oraciones. Gardner Hall)

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