La mala reacción frente al mal

La mala reacción frente al mal

De «Creced» 8/2011

Vivimos en un mundo que cada día está más corrompido y muchas iglesias de Cristo (al menos se identifican como iglesias de Cristo, Dios sabe si las son) han sido afectadas por las corrientes mundanas. Se han dejado enredar en la adoración al estilo del espectáculo (los aplausos, las palmadas, la música instrumental, coros, etc.), en organizaciones regionales y nacionales (como las diócesis) y en otros tipos de sectarismo y apostasía. Frente a esta corrupción, ¿hay peligro de dejar de fijarse en Dios y el reaccionar en una forma no sana?

Ejemplos Bíblicos

* Moisés se puso tan frustrado con los israelitas que dejó de fijarse en Dios y glorificarle a El, sino arremetió y golpeó la peña (Números 20:11). Aunque era algo justificado en su frustración, no debía haber respondido así.

* Los corintios corrían peligro de ir de un extremo, el de no disciplinar a un adúltero (1 Cor. 5:1,2), al otro de no perdonar al arrepentido (2 Cor. 2:5-11).

* Los fariseos eran correctos al enfrentar el “liberalismo” de los saduceos. Pero eran malos al refugiarse en su secta y al dar énfasis solamente a actos externos de adoración y no al corazón (Mateo 23:23).

Peligros modernos

Existen peligros parecidos hoy en día cuando tenemos que enfrentar el error.

* La amargura y el sarcasmo – Fue el error de Elías. Se puso amargo después de ser rechazado por la gran mayoría de los israelitas y fue al desierto para huir del mundo (1 Reyes 19).
Así hoy algunos se ponen amargos al ver tanto error y no quieren tener nada que ver con casi nadie. A veces hablan con sarcasmo y arrogancia en contra de los equivocados. Aunque tengan razón con respecto a varios puntos, no obedecen a Dios porque no corrigen con mansedumbre (1 Tim. 2:24-26) ni humildad (Gal. 6:1).

* El rechazo de cualquier método nuevo – Hay hermanos sinceros que se oponen al uso de las pizarras, el predicar el evangelio por medio de emisoras radiales, el uso de tratados y folletos y el tener clases bíblicas, etc. Llegan a ser conocidos mayormente por lo que oponen y no por lo que apoyan. Al reaccionar hacia el mundo moderno, pasan por alto el hecho que Dios autoriza herramientas para llevar a cabo sus instrucciones sin mencionarlas específicamente. Si hubieran vivido en el tiempo de Noé, se habrían opuesto al uso de herramientas como un martillo o una sierra en la construcción del arca.

* El fijarse solamente en actos externos y no en el corazón – Los fariseos se fijaron en actos externos pero descuidaron la justicia, la misericordia y la fe. Así hoy en día algunos se preocupan mucho por lo visible, por ejemplo, el combatir la música instrumental y el gastar mal el dinero de la ofrenda, pero a la vez son orgullosos, no tratan bien a sus esposas y no ayudan a los necesitados. Aunque debemos tener cuidado con la adoración y el uso de la ofrenda, de nada sirve preocuparnos por estas cosas y a la vez descuidar el corazón (Mateo 23:23).

* El sectarismo – Al sentirse oprimido por la cultura griega y el compromiso de los saduceos, los fariseos (y también los esenios) se encerraron en su pequeño grupo, discutiendo interminablemente varios puntos finos de interpretación entre si y sintiéndose superiores a los que no pertenecieran a él. Jesús les condenó por su gazmoñería y confianza la cual basaron en ser del “grupo correcto” y no en la gracia de Dios.

Así hoy en día hay peligro de comenzar a enfocarnos en una red de congregaciones la cual tenemos como “la iglesia verdeara,” encerrándonos en las controversias de esta red, buscando noticias acerca de ella y “sus institutos” (las cuales se encuentran en el Internet y en varias revistas), consolándonos por ser de la red verdadera.

Pero la iglesia del Señor no es una red de congregaciones (con o sin institutos) sino es el grupo de todos los individuos a los cuales Dios extiende su misericordia. Somos salvos no por pertenecer a la red correcta de iglesias, sino por someternos humildemente a la voluntad de Dios, recibiendo así su gracia.

Conclusión

No estamos bien delante de Dios solamente por oponernos a ciertos errores. Aunque en algunas ocasiones es necesario hacerlo, hay peligros espirituales que acompañan la oposición al mal. Que Dios nos ayude a evitarlos.

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