EL CASTIGO ETERNO

EL CASTIGO ETERNO

¿Existe el infierno?
¿Cómo será?

¿El castigo será la aniquilación?

De Creced 10/96

¡Jesús habló mucho del castigo eterno! H. Buis dice, «Lo que sabemos acerca del infierno, viene casi en su totalidad de las enseñanzas de Cristo, Quien habló categóricamente acerca del tema en muchas ocasiones». (Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, vol. 2, página 115)

A pesar de la franqueza con la cual Jesús habló del castigo eterno, algunos niegan aceptar la realidad de él. Los «Testigos», por ejemplo, dicen que no hay conciencia después de la muerte y por tanto todos los malos serán «aniquilados», o sea, desaparecerán para siempre al morir y no tendrán que sufrir nada más allá de la tumba.

El cuadro dantesco que proviene de las edades medievalistas de un «diablo» rojo dando vuelta a carbones encendidos con su tenedor para darle bien asado a algún pobre, ha contribuido al hecho que el infierno ha llegado a ser una broma en la mente de muchos. Los «Testigos» y otros que se oponen al concepto de castigo eterno se burlan mucho de estas supersticiones, pero no toman en cuenta las enseñanzas claras de Jesús respecto al tema.

GEHENNA, EL INFIERNO

En algunas traducciones de la Biblia, varias palabras, que en sí generalmente no tienen que ver con el castigo eterno, han sido traducidas «infierno». Me refiero especialmente a las palabras «seol» y «hades», las cuales son empleadas en varias formas pero normalmente tienen que ver con «la región de los espíritus que han partido» (Vine). Estas dos palabras no deben ser traducidas como «infierno», porque no necesariamente tienen que ver con el castigo eterno.

Gehenna: La palabra que está más traducida como «infierno» es «Gehenna». Se refiere al Valle de Hinom al sudoeste de Jerusalén. Fue un lugar infamo donde los niños fueron sacrificados por los reyes crueles, Acaz y Manases (II Cron. 28:3; 33:6). Thayer dice que los judíos echaron allí los cadáveres de animales y criminales y que hubo fuegos continuos para quemar los desperdicios. Según varios léxicos esta palabra llegó a significar el lugar de castigo para los inicuos.

Aparte del infierno (gehenna), otras expresiones simbólicas para referirse al castigo eterno son: «fuego que no será apagado» (Marcos 9:43); «fuego eterno» (Mateo 18:8); «donde el gusano de ellos no muere ni el fuego es apagado» (Marcos 9:48); «el lago de fuego y azufre» (Apoc. 20:10), «tinieblas de afuera» (Mateo 8:12), etc.

EL CASTIGO ES EL SUFRIMIENTO ETERNO Y NO ANIQUILACIÓN

Se admite que la palabra «gehenna» y las otras expresiones para referirse al castigo de Dios son simbólicas. Pero, ¿de qué son simbólicas? Varios puntos indican que al hablar del castigo eterno, Jesús y otros tuvieron en mente un castigo eterno y no aniquilación:

1. Hay diferentes niveles de castigo para diferentes personas: Lucas 12:47,48 dice, «Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes: Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco.»

Los que creen en la «aniquilación» tendrán que afirmar que todos los que no son cristianos recibirán el mismo castigo: aniquilación. Según ellos, ¡Adolfo Hitler, Stalin y otros monstruos de la historia recibirán el mismo castigo que algún analfabeto que nunca oye de Cristo! Jesús dice que no es así.

En Mateo 11:22 Jesús dijo a los de Corazín y Betsaida,, «…en el día de juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón, que para vosotros».

Marcos 12:40 dice acerca de los fariseos, «estos recibirán mayor condenación».
Pero si todos los inconversos recibieran el mismo castigo, la aniquilación, ¿cómo sería posible decir que será mayor o más tolerable el castigo de algunos que el de otros? ¡Es que hay un castigo más allá de la muerte!

2. «El gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga» (Marcos 9:48). Todos admiten que esta frase es simbólica, pero ¿simbólica de qué? El punto del símbolo es que el castigo es eterno y no hay alivio. De ningún modo se puede aplicar este símbolo a la «aniquilación».

3. «La muerte segunda» Esta expresión se encuentra varias veces en el libro de Apocalipsis (20:14,15; 21:8). Si una muerte física (la aniquilación) fuera el único castigo, ¿qué significaría el término, «muerte segunda?»

4. «Atormentados día y noche»: Apoc. 14:11 dice «el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche». Apoc. 20:10 dice, «serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos». Todo simboliza castigo continua más allá de la muerte.

5. Debemos temer un castigo más allá de la destrucción del cuerpo. Mateo 10:28 dice, «No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno». ¡Hay un castigo que es peor que la muerte del cuerpo!

¿CÓMO ES POSIBLE QUE UN DIOS AMOROSO DEJE QUE LA GENTE SUFRA ASÍ?

A pesar de la claridad de la enseñanza de Jesús que hay un castigo más allá de la muerte, esta es la pregunta que más nos obstaculiza al pensar en el castigo eterno.

La solución a esta objeción es confiar en la justicia de Dios. ¡De la justicia de Dios nunca tenemos que preocuparnos! Podemos aceptar lo enseñado tan claramente por Jesús y a la vez tener plena confianza que el castigo será exactamente la medida justa y merecida.

¿QUÉ HACEMOS? Tres cosas:

(1) Aceptemos lo que la Biblia enseña claramente:
* Habrá castigo eterno para los que no obedecen a Cristo.
* Será doloroso y será más que la muerte física.
* Será justo. Los hombres recibirán conforme a sus obras. Algunos recibirán muchos azotes y otros pocos.

(2) Luchemos para no sufrir el castigo eterno y para predicar el evangelio. ¡Sigamos a Cristo!

(3) En lo que no entendamos o lo que sea más allá de nuestra comprensión, ¡confiemos en nuestro Dios! No tratemos de eludir las enseñanzas claras de Jesús por temor de que la justicia de Dios sea demasiada severa. ¡El hará lo bueno y lo justo! Y si estamos en Cristo, pasaremos la eternidad con el en el cielo. En aquel tiempo, comprenderemos mejor lo del castigo eterno. I Cor. 4:5 dice, «Así que, no juzguemos nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios».

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