"Vé, lávate en el Jordán"
De "Creced" febrero, marzo 2004 Su Condición es incurable: Naamán, general del ejercito del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de el había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso (2 Rey.5:1). La lepra era una sentencia de muerte. Desfigura sus víctimas, causando destrucción en los nervios en las áreas afectadas. Empieza a aparecer en la cara y extremidades de las víctimas. Hoy con los avances de la ciencia es una enfermedad curable y poco común. La cura milagrosa en Israel: Y, de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servia a la mujer de Naamán. Esta dijo a la señora: Si rogase mi señor al profeta que esta en Samaria, el lo sanaría de su lepra. (2Rey. 5:2-3) Naamán fue donde su rey y le contó lo que dijo esta muchacha judía. El rey le dio permiso para que fuera. El rey de Siria quiso hacer de esto una visita oficial enviando con Naamán plata, oro y ropas finas de mucho valor como un tributo al rey de Israel. Envió cartas diciendo. Cuando lleguen a ti estas cartas sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. (v.6) La dirección equivocada: Naamán fue a la dirección equivocada, al palacio en vez del profeta. Cuando Naamán presentó la carta al rey, el se turbó tanto que desgarró sus ropas. El no podía curar la lepra de Naamán, lo que le hizo pensar que el rey de Siria buscaba motivos para hacer guerra. Cuando Elíseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mi, y sabrá que hay profeta en Israel. Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Elíseo. (v.8), ¿Quién viene a la puerta? Fue el siervo de Elíseo, y no el profeta quién vino para decirle que fuera y se lavara siete veces en el Jordán (v.9-10). Las ideas preconcebidas de los hombres: Esto no era lo que el esperaba. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mi: Saldrá el luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco , ¿No son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, no seré también limpio? y se volvió y se fue enojado. (v.11-12) Naamán estaba listo para renunciar a una fortuna por su sanidad, pero no por su orgullo. Estaba acostumbrado a dar ordenes, y quiso dictarle a Dios como tenia que hacerlo. Muchas veces Dios usa lo simple y lo sencillo o insignificante ante los hombres para humillar a los grandes y sabios. Naamán hubiera sucumbido en su enfermedad, si no habría sido por sus siervos humildes que le hicieron recapacitar. (v.13) Es para nuestra enseñanza: (Rom.15:4) Nos debe conmover la fe y el amor de esta muchacha que era esclava en tierra extraña, pero no perdió su fe. Nunca permitió que el odio, ni la venganza se abrigaran en su joven corazón. Compartió con su amo la noticia de una cura. Desigualdades vendrán en nuestro camino, pero no debemos permitir que las durezas de la vida hagan que nuestra fe flaquee ni que nuestros corazones abriguen la venganza. Nunca debes dejar de hacer lo que puedas, aunque lo juzgues muy pequeño. Usted podrá ser no mas que un simple siervo en lugar extraño, pero puede hablar del Profeta. Nos debe inquietar la ignorancia de rey de Israel. La muchacha sirvienta viviendo en nación lejana de su tierra sabía acerca de Elíseo, pero el rey que vivía en Israel no lo sabía. Ahora ¿por que te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre. (Hech. 22:16) Estas palabras, las cuales son consistentes con la gran comisión del Señor, (Mar.16:16) fueron dichas a un pecador. Si Pablo hubiera sido como Naamán es probable que hubiera resistido por la simplicidad del mandamiento, pero el no vaciló en ningún instante de obedecer el mandamiento dado por Dios a través de Ananías y así lavado y sanado de sus pecados. Así como a Naamán le fue dada orden por Dios de lavarse siete veces en el Jordán, también así ordenó el Señor que el hombre pecador sea lavado en las aguas del bautismo para sanar la lepra del pecado (Hech. 2:38-1Ped. 3:21). Conclusión Muchos como Naamán se van enojados cuando se le es dicho la necesidad del bautismo, porque si no se le da el peso que merece, rechazando la oferta de sanidad mas grande y preciosa jamás ofrecida. Los siervos humildes de Naamán proveyeron a su amo con consejo sabio. ¿Porque ? Porque no había en ellos orgullo ni altanería, sino un temperamento humilde y calmado para entender y verlo que Naamán no pudo ver por su orgullo. |
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